miércoles, 30 de mayo de 2012

3500 millones de sordo-ciegos.

(Ilustración de Óscar Sancho Nin : Five O' Clock)

La luz enviuda,
-se ha muerto la atmósfera-
se torna sombra
y se enamora del dolor
quien la corta salvajemente
convirtiéndola en un tríptico de tonalidades
que acaban paralizando a los terrícolas
los segundos exactos
para colocarles alrededor de la cabeza
el aparato que lleva Alex
en la Naranja Mecánica.

El ruido del corte
dura tres días
y tres noches:
115 dB constantes
que hacen ensordecer
a la mitad de la población,
el resto enloquece
y los ríos se desbordan
de brazos,
piernas
y cabezas colgantes
picoteadas por cuervos en celo.

Así,
cuando la luz se tiñe de negro
y los árboles agonizan
con la huída de la fotosíntesis,
todos están sordos
y desorientados,
y el fogonazo final
aterriza en sus dilatadas pupilas
sin dejar tiempo para el rebobinado
antes de que les carcoma la obstrucción.

3500 millones de sordo-ciegos
sin intérpretes
ni modo alguno de orientarse.
3500 millones de humanos
tanteando el espacio,
la mística nada,
y gritando incoherencias
que rebotan
sobre un lenguaje ya extinto.
3500 millones de seres
con el conocimiento clausurado,
encerrados en un planeta
ahora desconocido
donde el canibalismo
es la primera opción latente.

¿Y qué viene después?


-Segundo texto (poema) incluido en la serie "Mutaciones terráqueas"-.

martes, 29 de mayo de 2012

Crack.

(Ilustración de Megan Diddie)

Ataque de ansiedad.
Crack.
Comportamiento autodestructivo.
Crack.
Pene flácido.
Crack.
Todos muertos.
Crack.


Empezaste a fumar crack antes de que yo me arrancara la piel por completo. Te acostumbraste a robar almohadas en todos los hoteles en los que nos colábamos para vender el relleno mezclado con cocaína mal cortada. También te iniciaste en el arte del envenenamiento de naranjas para regalárselas a políticos locales y así destruir el sistema desde abajo, desde el incesto de sus cimientos.
Estos planes eran la base de tu confabulación apocalíptica, lástima que el papel donde la escribiste estaba terminal y la tinta muy débil para la quimio.

Llegó el comienzo del fin comiéndose todos los descansos y escarbando la carne de tu calavera. Dabas miedo cuando te disponías a follarte el radiador acompañado sólo de movimientos estereotipados. Fumabas cada vez más apurando así tu consumición mientras yo me escabullía entre las paredes. Tu último día viniste a verme para refugiarte tras las ventanas de metal de mi salvaje oeste, pero ya no era mío ni salvaje: sólo le quedaban unas láminas de hueso recubiertas de óxido.
Me había deshecho.

domingo, 27 de mayo de 2012

Breve y adrede VII.

(Fotografía de James Cooper y música de Swarms : Flikr of ur eyes)

El tsumami vino a intuirme el nudo del mar,
me llevó a navegar sobre su revelador comienzo
y me escribió las profundidades
de su elíptico desenlace
en el alma de su letal balanceo.



Mi nueva y segunda imagen de cabecera se merecía unos breves versos.
Gracias, Vera Eikon, por inspirarme
con el concepto "escritura acuática".

viernes, 25 de mayo de 2012

Que tuvo que morir mañana.

(Ilustración de Dino Valls : Vera Icon)

Cuando la lágrima toca el suelo,
exhausta,
la inundación es innevitable,
los perros ladran llagas famélicas
y los gatos ni siquiera divisan la noche.

Antes hubo un trayecto,
una sinuosa curva
por la que la lágrima danzó transparente,
bebiéndose las calles con los ojos
y las ciudades
y el zigzagueo de los trenes,
hasta ser tan previsiblemente grande
que terminó desmoronando
la imperturbabilidad ocular de su dueña;
hasta ser tan imaginablemente grande
que el idílico interior
tallado de experiencias
se tornó grotesco,
flácido
vacío,
y fue entonces cuando los perros se volvieron del revés
y los gatos se arrancaron los ojos en silencio
sorprendidos por la súbita finitud de la vida.


(Tan potencialmente grande

miércoles, 23 de mayo de 2012

Night moves.

(Fotografía de Anders Petersen : Night moves)

Mueren las horas
y las caladas
y el gas de los mecheros.
Con ellos se pudre el tiempo.

Se coagula la ceniza
cansada de retornar,
de ser símil de decadencia,
y de morder labios desconocidos
convirtiéndose en víctima
de suicidios involuntarios
a la vez que aniquila pulmones
acortando el tiempo
entre dos vértices;
vomitando el destierro
de la demencia hecha paraíso
en el lagrimeo del alba.

Se indigesta al evocar
esas caras de hospital
al borde de la llanura,
sobrevolando el lecho,
retozando,
celebrando el comienzo
de un punto de encuentro
y siendo apuntaladas
sólo por el frenesí de los relojes,
sólo por el avance
del cigarro sobre el cuello
debilitándose en la violencia del agujero.

lunes, 21 de mayo de 2012

Inusitar el verbo.

(Portada del disco Gliese 581g de Genius of time)

Saciada de vida,
ansiosa de cielos negros,
de gaviotas amarillas,
de ciclar entre los verbos.

De inusitar las apariencias,
de mi piel comiendo hormonas,
de salivar en las arterias,
de incendiar el universo.

Cava un hoyo para mi femineidad
e inyéctame tu testosterona.
Así copularán las gaviotas
puestas de bilis en los semáforos,
el inter-ciclo compondrá el verbo
y la piel se desmembrará
con la saliva depositándose
sobre las fibrillas rojas y azules
mientras las nubes
son sucedáneos de los agujeros negros.

Apaga la cerilla,
adminístrate lo tuyo
y ven aquí.
¿Fumigamos el infinito juntos?

domingo, 20 de mayo de 2012

Lo estable se oculta en calzoncillos.

(Fotografía de Allison Scarpulla)

Lo inestable crece y se ramifica sin necesitad de fertilizantes.
Mientras, lo estable se oculta en calzoncillos: los eczemas fecundan su piel de porcelana y no quiere ni soñar con la posibilidad de que alguien le sorprenda por detrás y le secuestre sin oportunidad para el rescate. En su espalda late el siguiente mensaje: "Introdúcete en la fosa de las Marianas si quieres poseerme, y fóllame sin caricias ni roces linguales, con la respiración bajo cero. Sólo así te convertiré en mi amante".

...

Cada ciclo nace y muere en la misma guillotina. Es la gélida fiebre la que maneja las sinuosidades que deforman los instantes entre dos puertos: el de la constancia y el de la volubilidad. Ella es la culpable del oleaje, de las pleamares y de los monstruos marinos. Es quien borra las coordenadas y te induce al naufragio oceánico. A ahogarte antes de que se te vacíe el aire. A la paranoia del pulmón encharcado, de la costilla sobrante, del oxígeno adulterado. Al limbo entre dos exhalaciones. A desangrarte en la ambigüedad sin hallar el hilo que cure la sangre. Que sane la herida. Que mate al extraño visitante.
Que nos desate.

viernes, 18 de mayo de 2012

Delirios circenses.

(Collage de autoría desconocida vía Scrappyboy's Salon)

Perífrasis al unísono.
Un león desbocado
es engullido por el reflejo
que forma la realidad
en el malvavisco de sus fauces.

Flash amarillo en sus dilatadas pupilas.
Alucinaciones cambiantes,
disonantes
a falta de algún que otro cromosoma
o simple error de cálculo
cuando se cae al absoluto vacío sin red...

Enanismo a causa del cretinismo.
Los payasos de circo
con un frasco de popper por cerebro
reanudan la deconstrucción de su fauna,
tan acomplejada por los excesos etílicos
que yace apilada
a la espera de la llegada de su abeja reina.

El mar devora a todos los domadores
y late saturado de piernas,
vísceras
y brazos,
rezando por su reencarnación.

Psicopatía contagiosa.
Los freaks
aprenden a odiar al hombre medio,
quien fusilado por su obsesión por la belleza
les arroja cacahuetes,
hasta que una cáscara de plátano
-disparada con delicadeza-
termina por explosionarle la coronilla.

Chisteras sangrantes,
huérfanas de ilusionistas mediocres,
sólo dan cobijo a obesos conejos blancos
con dudoso gusto estético
y lentos reflejos
que sonríen enigmáticamente
ante antiguas barajas.


Tercer experimento entre chatnoir y una servidora en el cual damos rienda suelta
a la escritura autómatica de forma casi hipnótica. Y claro, engancha.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Abducidme antes de que mayo se desmaye.

(Ilustración de Yamamoto Ryuki : Untitled -Back-)

Eran los despertares de mayo,
las sienes palpitantes,
los pulgares sudando
y los cúmulos nimbos mascullando,
a la espera del devenir de la novena maravilla
forjada con los brazos de un Satán con alzheimer,
quien ha olvidado sus propósitos iniciáticos
y sólo pretende socorrernos
y hacernos el amor
en la hoguera de su enorme zulo,
si alguien le aviva la llama.

Su constante fuego quedó extinto,
el fulgor intermitente del invierno se lo llevó,
lo aplastó,
lo censuró,
y sólo los rayos de algún Zeus
pueden devolverle sus anales memorísticos
y sus combustiones espontáneas.

El único Z que aun suspira
está recuperándose en un hospital clandestino
donde realizan cambios de sexo a los todopoderosos.
Es su segundo ingreso,
la ninfomanía le acarreó el primero,
así que aprovechemos que ahora está indispuesto,
que los cielos se han cerrado
y los agujeros negros están en fase de desintoxicación
y corramos,
corramos muy fuerte
allá donde se juntan ambos horizontes,
a la última arista de mi despeñadero,
para ser abducidos
antes de la sumisión del presente
a los ardores de un futuro desintegrado
por la robótica y las etiquetas.

Antes de que mayo se desmaye.
Y yo con él.

martes, 15 de mayo de 2012

Meid eprac.

(Ilustración de Joshua Hagler : Golgotha)

Carpe diem, recitabas.
Te bebías la sangre verde
del enjuto sabio
y me esculpías
sables en las pupilas.
Era la esquizofrenia del álamo.

Meid eprac, balbuceabas,
ya ebrio del drenaje,
sediento de amenazas
y medularmente incapacitado
por el tenedor clavado
en la vertiente lumbar
de tu espalda de alambre.

Ciegos, todos ciegos
por el ácido nítrico.

Antropófagos y desnutridos
golpeábamos las aceras.

Muñonificados y de oído aguzado
nos dejó la cangrena
y la violencia a gatas
en la madriguera más oscura
del ciclo instante-destrucción-desinstante.

Corríamos fuera de tu alcance,
y nos moríamos en las esquinas
de los abismos
de los trípticos
de la putrefacción hecha carne.

domingo, 13 de mayo de 2012

Breve y adrede VI.

(Fotografía de Jochen Lempert)

Se vacían las pulsaciones del petirrojo a quien esta mañana un cuervo practicó la eutanasia -y posterior ornitofagia-; los familiares, hipertérmicos, se apuntan con un arma: no saben cómo ganar esta lucha de clases, sólo cómo suicidarse.

viernes, 11 de mayo de 2012

Cuadro dérmico.

(Fotograma de la película The pillow book de Peter Greenaway)

Pierdes la piel.
Órganos al descubierto.
Latidos en crescendo.
Funciones translúcidas.
Sangre en la pared.

Escriben sobre ella
perforándola
con un ruido seco,
exánime
y tuerto.

Formol,
tinta china
y un tono decadente
sobrevuelan los poros
para suicidarse en la dermis.

...

La interrogación
se ciñe a la claridad.
La oscuridad
se satisface con las exclamaciones.

La razón
recoge el PH ácido
y se inmola
con el recuerdo falso
de una infancia sin fricciones cutáneas.

El cuadro dérmico vale un millón.
Tu superficie se ha triplicado.

Y el frío sigue siendo muerte,
un tatuaje eterno
de la mirada perdida,
decaída,
descompuesta
que yace cataléptica
sobre la caligrafía de tu ser,
sobre la esencia de tus grafemas.
Ebria de placer.

jueves, 10 de mayo de 2012

El hombre elefante.

(Fotograma de la película El hombre elefante de David Lynch)

Elefantes.
Una manada furiosa embiste a un prototipo de madre que se convulsiona ante una violenta sucesión de imágenes. El corazón del feto –su prototipo de hijo- se traspapela y el cerebro se abandona a las pruebas circunstanciales derivando el control de las terminales nerviosas a un hombre de – futuro- pelo insípido y –futuro- rostro fraudulento. De momento es un ser en desarrollo, el sustantivo “hombre” aterrizará sobre su cabeza tras el parto, si ninguno de esos “normales” escandaliza al pueblo llano. Si su genética es aún cambiante. Si no, monstruo será la palabra con la que se acunará desde su primera respiración.

Elefantes.
Sobreviene el caos. La inhumanidad ahoga, exprime e idiotiza al planeta; murmura, señala y apalea al hombre diferente, apagándole y provocándole pesadillas diurnas en las que vaga entre las sombras deseando llegar al hogar que nunca tuvo, volver a abrazar a la madre que se extinguió en su infancia y recibir una simple muestra de cariño que no conlleve escupitajos. Mientras, su alrededor se convulsiona ante las deformaciones físicas que escudan el alma del único ser que merece apellidarse humano, del único que supo sobrellevar el 90 % de sus días escondido, exhibido, maltratado y ensuciado por las palabras de los verdaderos imbéciles y aún así hallar la belleza en la naturaleza. El que una vez fue tratado BIEN, sólo pretendió llenar el último vacío que gemía en su interior acostándose sobre las consecuencias como una persona más.
Y así fue como John Merrick cesó en su empeño por hacer de la Tierra un lugar mejor.



Nada,
nada morirá jamás.
La corriente sigue su curso.
El viento sopla.
La nube vuela ligera.
El corazón palpita.
Nada morirá.

El hombre elefante, 1980.


Para saber más sobre John Merrick.

martes, 8 de mayo de 2012

Fiesta quelónica.

(Fotografía de Helmut Newton : Cocodrile Eating Ballerina)

Enciendo una luz,
se apaga el vacío.
Me deslizo entre reptiles
en mi forma de insecto.
Sus aciagas lenguas
ansían devorarme,
hacerme añicos
en su fiesta quelónica.

Vuelo o lo intento.
Huyo o me encierro.

La saliva impurifica el alarido,
convirtiendo en tangible
y mortal
la vorágine de expiración
de un insecto fusilado,
regurgitado,
como un sueño que se diluyó
antes de tiempo.

Soy pasto en sus fauces.
Dejo de ser.

Larvaria desprocreación.

sábado, 5 de mayo de 2012

La sinestesia en cuatro estaciones.

(Set de fotografías de Ali Kheradyar)

El vello se entremezcló y difuminó las esquinas. La tercera dimensión gritó oblícua, habían desatado su fobia anterior. Los colores chorrearon flujos electroestáticos y las ciudades olvidaron sus enjutos nombres.

El desierto desempeñó sus labores de forma funcional: secó las cascadas y nutrió de vitaminas a los oasis. El agua tintineó con los terremotos de las dunas. Una brecha procreó -perdió su último condón- y el mundo se dividió en cuatro secciones: verde, negra, roja y azul. Los humanos que perduraron tras los movimientos pélvicos se camuflaron en su respectiva sección, dando rienda suelta a las sinestesias en masa. Las enfermedades antes conocidas huyeron del desastre, tomando el primer vuelo a Júpiter, Venus e incluso a Plutón. La sinestesia se alzó como la matriarca de las amenazas a una globalización en estado terminal. Comenzó como un juego, también como una capacidad que convertía en genios a quienes la poseían. Ésa fue su estrategia, hacerse de rogar en el inicio para así sacar adelante a los supervivientes de unos partos tremendamente dilatados y endebles.

Una vez que la epidemia sinestésica fue un hecho factible, la pigmentación humana desvarió, y aquellos que juraban y perjuraban la existencia de ovnis y extraterrestres se suicidaron en masa; en ese instante eran como ellos: 0 color carne y ecuménicamente empapados de extractos del círculo cromático más virginal.
Las calles se tornaron pasillos por los que danzaban seres delirantes oyendo colores y extasiándose con la más imperceptible nimiedad. Las conversaciones se clasificaron como innecesarias y el lenguaje acabó por extinguirse. La Tierra quedó poblada por seres de exóticas tonalidades, con sinestesia en las orejas y ausencia de comunicación verbal.

La locura salió del magma, se interpuso en su metódica travesía y no tuvieron otra opción que fusionarse con ella.
Rezarle a ella.
Alucinar por ella.
Follar con ella.

-Primer texto (micro-relato) incluido en la serie "Mutaciones terráqueas"-.

viernes, 4 de mayo de 2012

Humo en las venas.

(Fotografía de una servidora realizada en Londres por Miguel-E. Bueno)

I.
Contra-ataque.
Miento.
Ataque, no hubo nada al inicio.
Miento de nuevo.
Hubo vacío y dolor.
Ausencia de colores
y desnudez
y lupas
y espías.
y persecuciones -sin angina de pecho-
y afectos fingidos
y quemaduras en la nuca.


II.
Nacimiento por cesárea.
Negro durante 14 días.
Un innatista afirmará que nací en mi estado actual,
pero las metamorfosis me remodelaron.
Tras el humo,
tras cada una de ellas
surgía una versión (des)mejorada
del estado previo,
del recuerdo previo,
del ambiente previo.


III.
El asfalto se precipitó sobre mí.
Me rompí tropecientas venas
y sangré creyendo curarme.
Vinieron los puntos de sutura,
el universo,
los agujeros negros
y la casualidad de comprender a Sternberg.
Vino el miedo y no lo espanté.
Viniste tú y te creé.
Vinieron las palabras,
las estructuras gramaticalmente incorrectas
y los borrones
y al fin supe cómo escribirme
y cómo mudar de piel en el ensueño
-durante mi existencia la piel se me resquebraja incontroladamente
y el maullido de las paredes expulsa el suficiente vapor para ocultarme
(sólo) hasta el próximo fotograma-.
Así, aterrizó la selección natural en mi crecimiento.

    jueves, 3 de mayo de 2012

    Congelarse y desmembrarse.

    (Fotografía de Finn O'Hara)

    Muerte por congelación.
    Los culpables son los sesgos perceptivos
    -cerraduras que prohíben el calor-.

    Se gasta el incienso,
    fallece el mechero,
    y regresa ese olor,
    el aroma de la hipotermia del recuerdo.

    Nos cubre el hielo.
    Ya estamos muertos,
    afónicos y muertos.

    Fútilmente adictos a las máscaras antigás,
    al despiadado crujido de un pie sin dedos
    y al chasquido de un corazón infartado.
    También a los trajes de neopreno,
    a los extintos trópicos
    y al talento de algún mutante que nos salve,
    nos coagule el conocimiento
    y explicítamente nos accione,
    lubrique
    y empuje
    fuera de este congelador industrial.

    martes, 1 de mayo de 2012