viernes, 30 de marzo de 2012

Tríptico de falacias del preconsciente intermitente.

(Fotografía de Ren-Hang)

-Falacia nº1:
Sobrevolando las esquinas sumergidas,
los corazones desteñidos
y los mitos superables
hallé un nuevo sentido a la vida:
laberintearse anestesiado
-por los huecos de la belleza del arte-.


-Falacia nº2:
Retirarse de la batalla por la supervivencia
en el fragor del rocío sonámbulo
engendra violadores de mentes,
poseedores de telepatía intracraneal
gracias a húespedes comprados.


-Falacia nº3:
Herotofilia - Herotofobia:
virtud hallada en las Aguas Internacionales;
indecidirse es el futuro sexual
de las generaciones sin alma constante
que pernoctan en sillones orejeros.

miércoles, 28 de marzo de 2012

Breve y adrede III.

(Imagen procedente de la portada del disco Aldhils Arboretum de of Montreal)

Perderse en la psicodelia del amor caótico mientras se derrumba un pasado ya hipotético y se forja un futuro decadente entre los tambaleos de un desplazamiento flemático y constante. Fogoso y esporádico.
[próximamente en las pantallas de algún cine demolido fruto de aquel suicidio espacio-temporal, o de éste...]

martes, 27 de marzo de 2012

De la ausencia de flujos invasores.

(Imagen de icarusglass)

En el equinoccio del paladar
rebosan flujos ambivalentes,
transmutables eróticamente por otros más bajos,
más obscenos,
que manipulan ruidosamente
a nuestra clitoriana ama.
Cuando se ausentan,
una peligrosa sequía ansiógena
nos invade la lengua,
abrasando la tráquea
para construirse una mansión
en primera línea de playa,
perdón,
en primera línea de intestino.
Y entonces las úlceras le hacen una visita,
comienzan la masiva procreación
y trepan hasta la glotis.
Tras un certero tirón,
el verbo “ahogarse” ocupa todas las portadas,
y huyendo de la inminente asfixia
la morfina es la nueva invitada.

Tengamos cuidado,
que es adicta a los humanos.

domingo, 25 de marzo de 2012

El paracaidista de tu nevera (II).

(Imagen de Aubrey Learner)

[Segunda y última parte del micro-relato "El paracaidista de tu nevera (I)"].

"Nos hallábamos delante de la esquina que roza al primogénito puente del antiguo paraíso norteño, con los ojos como platos por la insulina" -murmura sílaba a sílaba el paracaidista-.
Sí, es un flashback ocurrido dentro de la cabeza del protagonista -paracaidista impostor-, dueño no legítimo de una nevera malcriada. Son las imágenes que cabalgan a 1000km/mseg por su fase REM. Paradojas ennubladas que le destierran del club de los mentalmente sanos para siempre, por la segregación psíquica abrasa-cerebros, madre superiora de las barreras de cristal.

Y en la cocina continúa el ritual mortuorio, con desesperos en pedazos y gotas de sangre casi invisibles formando senderos en los ojos de los ciegos temporales -duendes ya ancianos- que viajan en congruencia con su estado de ánimo.

Y es que los alimentos en mal estado, el hielo no renovable y el novedoso maltrato a la máquina -con envío directo a la cárcel en menos de 24 horas- han mutado al pequeño ejército, y las malformaciones sudorosas y dependientes de su corazón subyugado les hace más fuertes, más arriesgados y carentes de teoría de la mente (esto último desde su nacimiento virtual), lo que les libra de la obligación emocional asociada a las formalidades sociales customizadas; se fían en demasía y la educación no aparece en las bases de su imperio.

Porque lo que pretende realmente el paracaidista con este traslado es no demostrar su condición de aprendiz de las técnicas de vuelo, ni tampoco su ética liberal ni su adicción a la comida en miniatura, detalle evitable de salir a la luz hasta el precalentamiento del horno. Él quiere mantener su conciencia en paz regalándoles un último periplo y empatizando con ellos gracias a un simulador de sentimientos, el cual tiene un poderoso efecto hipnótico en personas de menos de 1.50 metros; pues su mente sólo baila agarrada a los pensamientos de sobrealimentación estomacal, mientras hiperventila al saborear el hipótetico gusto de su carne sazonada.

viernes, 23 de marzo de 2012

Verbum Vomitorium.

(Collage de Hollis Brown Thornton : Jo Jo & The Overlook Hotel Wallpaper)

Vomita las palabras,
échalas de su incisiva morada,
otórgales el libre albeldrío prohibitivo
y deja que reine la mutua destrucción.

Es la ultra-violencia efervescente,
fruto del inconsciente apabullado,
del autocontrol intoxicado,
del delirio del poeta hostigado.

No cohíbas jamás a la fonética,
es una psicópata armada,
desalmada
y abismalmente procreada,
preparada para asfixiarte a base de mayúsculas no procesadas.

miércoles, 21 de marzo de 2012

El etorno retorno desde la mirada de una marioneta.

(Collage de Lili Dobermann : Cristallisation 1/2)

El eterno retorno sumido en el contorno de su piel floreciendo, inmiscuído en la novena sinfonía compuesta a base de pétalos abandonados, sabuesos devoradores de la decadente esencia kafkiana. Indispuesta.

Reviviendo así el instante al cuadrado, mientras él se convierte en un ser mentalmente agotado y físicamente elevado, siempre pre-orgásmico y enrojecido ante el sabelotodismo que refleja la mirada de algún intrépido viandante, previa lectura cerebral.

Insinúa desde el tercer papel, en una infinita lucha por ser el protagonista de la puesta en escena del siguiente (e intrigante) personaje recién parido, proveniente del horno del Huésped Sagrado.
¿Sagrado? Ése es un placebo incestuoso. Un estúpido apellido que se funde al leerlo, que no resiste las altas temperaturas ni un nivel de alcohol en sangre mayor del permitido en la isla de Samoa. Huésped debería venir sigilosamente seguido de PARÁSITO, pues es un pregonero autocrático que nos maneja como marionetas sin lóbulo frontal, encadenadas al intocable destino vida tras vida.

...

Eternidad tras eternidad,
cayendo de forma incesante
desde el precipicio del espacio-temporal más puro.
Más caótico y desequilibrado.

martes, 20 de marzo de 2012

Mimetismo animal.

(Imagen de Lili Dobermann :Entremêmages #1)

Sucumbía al mimetismo animal
con las manos llenas de plumas,
los pies recubiertos de escamas
y una cabeza en constante metamorfosis;
fluyendo entre papagayos, ornitorrincos y guepardos
al ritmo ensordecedor que marcaba el segundero vital.

Devoraba las mañanas
atragantándose con la incandescencia,
siempre ansiosa de nocturnidad
y de perderse en los bosques,
temiendo el plausible descubrimiento
y la consecuente expulsión de una sociedad obediente,
fiel a las decisiones de la “normalidad” como directora de orquesta.

Dormitaba en baúles,
retozaba desnuda
y danzaba frenéticamente durante los rituales omnívoros
comunes en las agendas de invierno,
entremezclándose con vodka y mezcal,
fluctuando continuamente de animal a humana
y viceversa;
descontrolando el enloquecedor mimetismo animal,
-mérito o defecto-,
e inadaptándose a la pestilente y mundana ciudad,
sólo habitable antropomórficamente.

domingo, 18 de marzo de 2012

Breve y adrede II.

(Imagen de Vasilisa Forbes)

Durante la pretensión asexual ante miradas exóticas -atónitas-, te diluyes en la pupila del deseo divergente de quien te acaricia la areola mentalmente.

viernes, 16 de marzo de 2012

Gramática amatoria moderna.

(Imagen de Francine Quesnel)

Afrodisíaco planeta recubierto de ciruelas deshuesadas,
emparedado con relleno de estado confusional permanente,
y algún segundo desechado por un inconsciente niño rico.

Gramática amatoria que fluye entre lapsus
y se detiene en base a su movimiento irreverente
y a los fluídos incandescentes de las almas sedientas de placer.

Giran los polos opuestos,
los amores impuestos,
y los desgarros de la superficie corporal
de un naúfrago malherido,
abandonado a su suerte
en este mohoso astro,
recubierto de seres infra-desarrollados empáticamente,
vendidos al electrónico saludo
y a la enigmática despedida,
sin sentir una mísera mariposa
en su estómago desorbitado,
necesitados de caricias impensadas,
asentimentales,
impares
y exentas de realidades perpendiculares a la sin-razón,
y finalmente al enamoramiento.


Tengo hambre.

martes, 13 de marzo de 2012

El paracaidista de tu nevera (I).

(Ilustración de Santtu Mustonen : Hot Wet Summer Night)

El paracaidista ensoñado con tu nevera. Oculto frugalmente en ella.

Es un ermitaño construido a base de melocotones, albaricoques y frutas salvajes coetáneas existentes en la podredumbre del cajón de las verduras. El infructífero cajón de los olvidos triviales.

Extorsiona a los duendes quinta esencia, “efeba” generación de algún acolchado estante, mientras finge pensamientos en espiral para no inmolarse bajo órdenes de la reúma reinante en la cocina.

“¡La hecatombe se aproxima! La palabra descongelamiento ha retumbado en mis entrañas las tres últimas noches, y del interior del caótico abrazo entre ruidos y sinsentidos he conseguido rescatarla para hacer que navegue en el fondo de mis oídos” –proclama a los minúsculos y uniformes seres, sin florituras ni melifluas mermeladas.

Es el paracaidista quien encabeza la comitiva de huída, con su afable paracaídas sirviéndole de órbita, disimulando así el desapego y la incestuosa barbarie tatuadas bajo su calcinada piel. Tras él, deambulan todos los quinta esencia, avanzando por pares de gemelos, y mirando por un ojo cada vez. Sospechando.

[Continuará...]

domingo, 11 de marzo de 2012

Atrapados en el ascensor: monstruo interior.

(Ilustración de Arrington de Dionyso)

Hormonalmente indispuesto,
insurrecto hijo predilecto
de la embargada creatividad
inmersa en el ascensor petrificado,
donde viaja una familia ya deshumanizada,
tras diez días de encierro
en ese infernal cubículo;
enrarecidos hasta la médula
y mutilados de realidades pactadas.

No hay convenciones sociales,
ni ninguna de esas moralidades pre-creadas
y sutilmente interiorizadas.
Así que una vez derrotada la inicial formalidad,
y esfumada la fugacidad del reencuentro entre los miembros,
lo que prevalecen son las armas improvisadas,
la selección natural
y el disponer un elevado autoconcepto,
extinto de miedo
y ebrio de violencia sobre-estimulada.



[Todo esto, fonéticamente hablando, dado que ascensor equivale a monstruo interior en algún idioma de las Antípodas, lugar de inicio de esta historia, o de cualquier otra tejida por palabras sin complejos].

viernes, 9 de marzo de 2012

Las palabras son pieles de mandarina.

(Collage de Bridget Collins)

Te comes las palabras. Las devoras degustándolas, haciendo que alcancen el irreconocible equilibrio entre el juego de las papilas gustativas y el baile que acontece en tu punta de la lengua. Justo al final del precipicio, donde explosionan con el descenso en stop motion a dos metros por minuto. Es cuando las letras se desahogan en el fragor del viento.

Como si fueran gajos de alguna mandarina, retozas con ellas para sucumbir renaciendo en el instante exacto en el que su revoleteo procrea alucinaciones en tu paladar, inaccesibles a la soporífera conciencia exterior, cerebralmente oculta.

Y reanudas la función pelándolas con la yema de los dedos, sufriendo cuando rozan la carne enrojecida del oblícuo parapente escondido en tu campanilla. Incapaz de expulsarlas, te reúnes cada jueves con ellas, tras el pico sin limar del colmillo izquierdo.

Que no.
Que lo que comes son pieles de mandarina. Las palabras no se pueden ingerir, pues causan corte de digestión, dolor de ojos y subida de gemelos, a la vez que te hacen embriagarte a sólo 3ºC bajo cero sin previo aviso. Sin alarma de insostenibilidad.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Afonía cerebral holmiense.

(Fotografía de Aleksandras Macijauskas : Prix de Beauté)

Que el cerebro se te quede afónico, y te creas mudo para ahorrarte el esfuerzo de articular algún fonema que pula, o al menos, transforme, ínfimamente el ambiente.

Que te dediques a la vida contemplativa, siempre relativa a la observación y a intentar indagar cuál es la patente con la que se manejan los hilos de cada micro-mundo. A separar el trigo de la paja, para así vislumbrar las frases significativas, y no sólo el caótico orden de letras que preside la alfombra de debajo de tu cama. Justo donde habita el monstruo, quien es el que puntualmente te roba y esteriliza las cuerdas vocales durante las horas más asfixiantes de la madrugada, a eso de las cinco en la habitación de la cuarta planta.

Y que te absorba la inmensidad del mundo en tu pequeñez cada mañana, viéndote obligada a recurrir al bolígrafo, al teclado o al a veces fiel pincel mental para no desintegrarte en el interior de la escafandra, aquélla ligada al mutismo ensordecedor de algún Síndrome de Estocolmo -ya olvidado/ya borrado-.

martes, 6 de marzo de 2012

Polígonofilia-fobia.

(Ilustración de Alicorn L : Lightheaded)

La mirada octogonal y descompuesta
que se enfrenta al pentagonal
y perfectamente simétrico canto de las sirenas,
en las mañanas sin niebla,
exentas de banalidades triangulares,
y de amores bizarros a los que aferrarse
por miedo al huracán escondido en la sopa de letras.

Esa imperturbable mirada
sumida en la agonía del percibir,
del querer plasmar con retazos
lo innombrable para las generaciones pasadas
y lo desconstruíble para las futuras.
Culpable del nacimiento
del poeta, del escritor, del pintor, del músico,
cuadradofílicos, hexágonofílicos u octogonofílicos;
no,
mejor amantes de las figuras irregulares,
próximas al abismo del camaleónico crustáceo,
artífice y dueño de todas las ideas.

sábado, 3 de marzo de 2012

Breve y adrede I.

(Ilustración de Michael Cina)

Somos dos fantasmas atrapados en el infinito cuyos hijos gemelos tienen branquias;
-agonizantes se hallan-.

viernes, 2 de marzo de 2012

Cómo alucinar con hormigas sin que te crezcan las pestañas.

(Ilustración de Alicorn L : Transparency)

No recuerdas el comienzo exacto de la historia, pero conservas la imagen de estar una tarde con un crecepelos en una mano y una esquizofrenia no diagnosticada en la otra, justo en el efímero instante antes de comenzar la ceremonia.
La peligrosidad te excitaba, se te eclipsaba la piel con sólo pensar en que las consecuencias de tu próximo acto eran tan imprevisibles como inabarcables. Con sentir que tu riego sanguíneo se detendría si se enredaba tu misión con algún diazepam olvidado.

Te disponías paranoicamente a llevar a cabo tus quehaceres diarios. Requisitos:
-Un recipiente de 100 ml.
-Un frasco de crecepelo caducado.
-Tres días despierto y sin medicación.
-Ambivalencia emocional y antecedentes de formicación en tus progenitores o hermanos.
-Pestañas inexistentes (ya hayan sido cortadas, quemadas, fumigadas o abortadas), pues si no rodean tu espacio facial y escalan puestos en la lista de espera de asfixia.
-Encontrarte en un entorno verde y desconocido, solo y sin apenas luz.

Tras los preparativos iniciales, dos horas de frenético viaje y un par de explicaciones que pronto caerían en el abismo del olvido, todo estaba en su punto de ebullición.
Los pasos eran sencillos: beber la cantidad de crecepelos que (sientes que) admitirá tu estómago para no desvanecerte de inmediato, quitarte la ropa, fundirte con el entorno y dar una rápida calada a una mini-dosis de salvia.
Según tu información, si el ritual duraba menos de veinte minutos y no dabas ni un paso en falso te verías rodeado de hormigas gigantes que disminuirían progresivamente su tamaño hasta solaparse con todas las venas de tu enfermo cuerpo. Al formar un sólo ser, mitad hombre mitad insecto, serías admitido en la madriguera del oso, donde te curarían de la casi segura indigestión y condecorarían con el porcentaje de inmortalidad que puede tener un frágil vaso de cristal: un mísero 5%.

Justo lo que pretendías, vivir deprisa y morir joven alucinando con hormigas.
Sin pestañas.
Y siendo un (in)sensato ser cambiante.

jueves, 1 de marzo de 2012

Volatilidad en el Triángulo de las Bermudas.

(Imagen de Lisafree : Saffron and mama 3D shadow)

Era el sexto día en la capital de los recuerdos no-rememorados, y tras observar el enarbolado suicidio en tus ojos, dije no. No, porque no pensaba guiarte entre los desperdicios nucleares fruto del veneno de tu piel sazonada. No, porque te encontrabas dominado por la tumescencia peneana matutina, y claro, tus reflejos no cedían frente a tus anti-impulsivas acciones, que se difuminaban en el intento de desnacimiento que llevaba a cabo una tímida cuchilla.

Tu piel, rota por los telegramas, lloraba metal. El óxido se llevaba los instantes vividos, y sin ellos, tu motivación fallecía con el fracaso del único logro que te mantenía los pies aferrados al oráculo desdibujado en el "suelo" del Triángulo de las Bermudas.

Esto acabará en tragedia -afirmabas la inmortalidad de la magia-, y tras el naufragio en una de las islas, deslizaste un pie por el precipicio, siendo consecuente con la hipótesis del catastrofismo. Si fue así cómo se originó la Tierra, bastarían las siete bombas escondidas entre los arbustos para tu macro-evolución.
Serías infinito.
Y volátil.