viernes, 29 de junio de 2012

La belleza de los monstruos.

(Fotografía de Diane Arbus)

Es como desmenuzarse entre los pétalos de los árboles o entre los troncos de las rosas. Es como agacharse para recogerlos, olerlos y que la alergia floral no se cobre vidas más allá del bosque. Es como ser minúscula –una niña durmiente de palabras esdrújulas- mientras despega el vestido de la tela rasgada y las espinas muerden la cara interior del muslo. Es como hundirse en la arena dentro del espejismo de la existencia del bosque, tejer una ruta con los pulgares hasta que se reblandezcan las uñas por el agua y sentir el cuerpo flotando en la nueva fosa oculta bajo toda la vegetación, caliente pese a la frialdad del agua.

Es como huir de la sombra verde y esconderte bajo la cama esperando que las pelusas te reciten canciones bonitas. Mientras, tus utopías destierran muertos que no son muertos sino desaparecidos famosos y tienes miedo de la pulcritud del blanco –ha engullido todas las pelusas y la música de las sombras ha enmudecido para siempre-. Miedo de la minuciosidad del aire bajo el colchón. Miedo de enmudecer, recrudecerte y comenzar a asustar niños de madrugada. Miedo de enamorarte de la belleza de los monstruos y convertirte en uno ellos para saborear sus chillidos y balbuceos y así recuperar el habla.

miércoles, 27 de junio de 2012

Las lágrimas de lo inerte.

(Ilustración de Ania Swiatlowska)

Sollozan las habitaciones
por el suelo
el techo
y las ventanas;
las paredes lo harán cuando acaricien mi ausencia,
cuando el apego se disipe en la distancia
y el armario rebosante de vida
y los pósters sobre el gotelé
y las palabras camufladas entre el humo
decrezcan
para esconderse en el subsuelo de mi hipotálamo.

Ese apego se había convertido
en una simbiosis de evitación,
me ayudaba a no desgarrarme,
a aniquilar las lágrimas
y a seguir elevando las comisuras de los labios
pese a los pálpitos,
el flamante vacío cerebral
y las telas de araña
que separan lo irracional
de las razones adultas.

Ahora,
el polvo me desdibuja,
también las paredes desnudas
y el comprobar los cajones
para asegurarme
de que no queda nada en esa casa
excepto los recuerdos de una etapa
que hizo tangibles mis quiméricos sueños.


(Se me contrae la laringe y el silencio se vuelve más estrecho)

lunes, 25 de junio de 2012

Avecesnosólohaynegroenlosdíasciegos.

(Fotografía de Kesler Tran : Fruit of the loom)

Fumar.
Flash.
Estática o dinámica.

El rubor del viento clama luces en los días ciegos.

viernes, 22 de junio de 2012

El calor de los cuerpos.

(Fotograma de la película Violated Angels de Kōji Wakamatsu)

Cuerpos calientes
muertos pero aún calientes,
abrazarlos en el invierno
para no helarse
desconociendo que están enfermos
y que el contagio
siempre se produce
cuando el miedo a ser como ellos
te hace adicto
a los recuerdos finitos
de sus cadáveres,
de sus cuerpos.

miércoles, 20 de junio de 2012

Las líneas de nuestras manos.

(Fotograma del videoclip Ice cream de los Battles)

El nudo es hipnótico,
el epicentro
del -espero- fugaz tránsito.

Somos casi impermeables
a la emoción del adiós,
al oscilamiento del péndulo
y al vaivén de la vela
en la pared,
en la ventana.

Entra brisa,
entra mar,
no,
todavía no,
pero los sueños hablan,
el silencio del calor nos impregna
y el agua ya inunda la casa.

Ése es el nudo:
la llegada,
el saber reencontrarnos
una vez lejos
y poder hipnotizarnos
cada noche,
cada vida,
tras haber resistido
a una humanidad hambrienta
de comida, rayos y caricias.


La vela permanecerá encendida
todo el verano,
regresaremos para extinguirla
y construir una nueva
con los retazos de las maletas,
de las estaciones
y de los logros interminables
que nos hacen abrazarnos
entre gaviotas
y soñar con el amor
de las líneas
de nuestras manos.

lunes, 18 de junio de 2012

El dolor de la eutanasia.

(Collage de Karel Teige : Collage no.286, 1943)

Nos mareamos, somos cuerpos enfermos, veneno para la tierra, huracanes que comen niños que maltratan árboles.
Nos desmareamos súbitamente, apuñalamos el vacío durante el tambaleo y comenzamos a disparar violencia con las manos, agujereando corazones tiernos que acumulan esperanza.
Hacemos funambulismo antes del viento eterno; ahora somos niños muertos, somos ráfagas de maldad reciente que hacen que el mareo sea infinito y las ganas de huir crezcan exponencialmente ante el sigilo del óbito del Universo.
Y todo porque la eutanasia duela, escueza demasiado.

viernes, 15 de junio de 2012

La primera espina o de cómo la sangre atrajo el llanto de las sirenas.

(Fotografía de Christian Vogt : Red Series)

La sangre tiñó irremediablemente el aire, el musgo e incluso el empedrado de las nubes pareció volverse más cálido, más vivo, más árido. Rojo sangre. Rojo rosa. Entonces vimos nebulosas de fuego sobre el virar de los astros. Vimos el poder del rojo sobre el rocío del espanto.

Se me escurrieron las espinas de los dedos entre el asfalto y corrieron para subrayar el dolor y hacer pérfida la sangre, sucio el goteo, imprescindible el uso de la gasa. Antes había habido olor, tacto y necesidad de sentir algo, de recoger la belleza del apagado prado y suplicar la calma con un aullido de pánico.

Así despertaron las sirenas, atraídas por la primera violencia de la primera espina de una rosa sin padres, pero con abrazos a destiempo y mentiras sobre la movilidad de las plantas. Fue entonces cuando quebraron la opacidad de la madrugada con un llanto que hizo palidecer el vaivén de las olas sobre los ropajes de la playa, decorando con delicadeza el silencio tras la llamada de auxilio. Ellas lloraban por la sangre, pues sólo un ser mitad pez-mitad humano puede sanar con sus lágrimas de yodo el agujero de una piel (la mía) ajada por lo lúgubre de la perfección, por la imperturbabilidad de una noche sin alas pero con todas las heridas cerradas.

miércoles, 13 de junio de 2012

Huesos viejos.

(Collage de Fred Free : Place for photo)

La osificación os dotó de armas,
de caparazón
y de ausencia de palabras.
La osteoporosis llegó con la primavera,
justo en la mitad de la centena,
cuando teníais tortugas de mascota,
recolectar coles como proyecto
y la tele os devoraba los recuerdos.
Por ella ahora sois más frágiles,
pesáis menos
y os intimida el fracaso
-como a todos, más o menos-,
pero vosotros añadís el re-
y así borráis las ausencias,
el ciego resplandor de la angustia
y os aproximáis a una suave reconstrucción
-con el pasado en la categoría de peso pluma
y el futuro envuelto en una neblina espesa-;
sin embargo vuestros huesos
siguen siendo viejos,
y la carne flácida
os hunde en la bajamar del tiempo.

lunes, 11 de junio de 2012

Orquídea fantasma.

(Fotografía de una orquídea fantasma de autoría desconocida)

Mi orquídea fantasma
llora algunas noches
se pierde en el bosque
se hace bosque
y sus mejillas rebosan lágrimas
su tristeza se torna árbol
y se va corriendo aún más lejos
para convertirse en fango
y dejar de ser bonita.


(El concepto "orquídea fantasma" está inspirado en la película
Adaptation. El ladrón de orquídeas)

sábado, 9 de junio de 2012

Jodido tiempo azul.

(Fotografía de Jamie Campbell)

No hay mañana.
Fundamos la electricidad del ambiente,
así el jodido tiempo azul
enmudecerá,
correrá raudo al futuro
y se cubrirá de nieve
hecha polvo,
hecha finito.

No hay presente.
Los relojes lo estamparon
esta tarde
a las 20:28.
¡Zas!
Un golpe seco
y la sala pudo sentenciar
la última palabra
de esa etapa.
¡Zas!
Los nervios a flor de piel
y el hastío
latiendo en el insomnio
de los días largos.
¡Zas!
Y el último golpe
al cerrar la puerta
del cuarto piso
de la primera cama,
valió para saber
que era el comienzo del verano,
y que en el final
de esa casa,
de esas cuatro almas,
sólo había incertidumbre.

miércoles, 6 de junio de 2012

Polinomios.

(Imagen de la película Hierro 3 de Kim Ki-duk)

Polinomio I:
Pelarse dos rodillas.

Intentar descodificar
la coordenada atmosférica
que deforma nuestros pies
y nos llama monstruos
y nos hace gritar barro
para después arrastrarnos
siguiendo el movimiento del vacío
a través de la herida,
a través de la mitosis,
y debilitarnos las palabras.


Polinomio II:
Pelarse cuatro rodillas.
Inventar hombres-pájaro
que la patente cambie de personalidad
y se desdibujen durante el huracán,
con sus carcasas metálicas
cubriéndoles las alas,
con la dureza del acero
hibernando sus vidas pasadas
y nuestro fémur doliendo,
aullando de desesperanza.


Polinomio III:
Pelarse enteros.
Ser líquidos
tras el viento
que se llevó la idea
y mutar,
mutar despacio
con vuelos en la mirada
miedo en los brazos
y un precipicio
que suicida sueños
antes de ser soñados.


***

D e s a n g r a r n o s

martes, 5 de junio de 2012

Opio parlantes.

(Fotografía de autoría desconocida vía ecatann)

Eran días formales.
Eran pilotos en lo alto del mar lloviendo pájaros y naúfragos en el fondo del cielo devorando peces espada.
Eran mañanas de insomnio y cúmulos cancerígenos en las tardes por la playa.
Eran tejados bajo tierra y sótanos enquistados en la primera nube de la tormenta.

Eran días extraños.
Corríamos desnudos por inhóspitos parajes y el paracaídas vomitaba recuerdos de una isla a otra. Queríamos huir pero el miedo se fornicaba a la metástasis y abollaba la esperanza en conserva. Necesitábamos fustigarnos con la carne sobre la carne, el desgarro de la sangre y los cuerpos apilados, pero el Parkinson nos clavaba estacas en la fuga del estómago. Nos mutilaba los últimos resquicios de cordura.

Eran tres poetas de placenta y seiscientos infectados al año.

Éramos opio parlantes.

domingo, 3 de junio de 2012

Vida por cable.

Desde la cama toco el borde
de los platos de colores que excitan el aire,
de los cuchillos que sanaron falsedades,
del fin de la fiesta.

Resuenan sus risas por las paredes
y rechinan sus dientes risueños
mientras el alcohol se vierte
y la euforia
y la obscenidad
terminan por instaurarse.

Ahora son recuerdos,
desastres rescatados
para embriagarse de imperfección
y de frases inverosímiles
pronunciadas en contextos adulterados.
Sentencias que hicieron llorar al gato,
mentir a las cucarachas
y desaparecer tu camiseta
en un enfermizo vaivén.

Alarido.
Las motas de polvo descienden,
las paredes enmudecen
por la fuerza del estruendo
y los colores
y los platos
se automutilan mecánicamente
dejando un reguero de alucinaciones marchitas.

Alarido x 2.
(Esta vez despierto)
Viene de alguna farola
pues la calle está vacía
y sólo las farolas hablan con sonámbulos.
La vislumbro agazapada tras el amanecer
y me acerco pesadamente.
Me cuenta que hubo un arma
con la que comenzaste a acariciarme,
que yo estaba convencida que vivíamos en una película
y te ayudaba a interpretar
ignorando la angustia
reflejada en todos los espejos de la casa.
Después me susurra
-entrecortadamente-
que ahora no estoy viva
ni tampoco muerta,
que me dedico a vagar
por las aceras de algún mundo paralelo
y nadie es capaz de encontrarme.
Que la decadencia se vengó
en su forma humana
y me ha desterrado para siempre
a una vida por cable.

viernes, 1 de junio de 2012

Fuimos plantas.


No sé si nos estamos moviendo
o simplemente es la desnudez
la que nos hace crecer
e inusitar el camino siendo plantas,
flores por polinizar
vibrantes de sexo.

No sé si estamos dentro de un sueño
o las pastillas ya hicieron efecto
justo en el reverso de la noche.
Quizás eran hormonas
o un extracto de polen con el que creímos florecer,
con el que creímos medir cuatro metros,
y vislumbrar nuestra huella
rozando la memoria de alguien,
influenciando con su perenne legado
a una familia de hormigas,
a un ratón tuerto
o a un colibrí huérfano de padre.

No sé si eso es sangre,
pero tus párpados están planos,
vacíos,
estáticos,
y yo sigo siendo planta,
mientras que tú mutaste
en el pestañeo del amanecer,
justo cuando algún lugareño
violaba tu esencia
y te asfixiaba las hojas
en la profunda hipnosis que me produce
el traqueteo del despertar de las aves.

Dime algo,
tengo más pastillas,
más polen,
más vida.
Tengo todo excepto un acompañante,
y sola no puedo,
sola dejo de creer
que no nos rodean
sólo imposibles irresolubles.
Dejo de creer
en la fecundación de las almas.