miércoles, 17 de abril de 2013

Diecisiete veces diecisiete.

(Ilustración de les brumes : page 392)

 Mi alucinación
-flotante animal del tiempo-
gritó lenguas y estallidos.
Tal vez los labios dormían dementes
o incluso también nosotros mismos
pero las pieles
iluminadas como ángeles mojados
mantenían los cuerpos
en un célebre y cotidiano contacto
puerta de los sueños
al crepitar de la noche.

Estábamos en una habitación,
no recuerdo cuál ni dónde,
sólo los orgasmos de la boca de las paredes
escondidos entre recuerdos
y lágrimas de piel.
Recuerdo el colchón
vibrante y sucio
de instantes
y cómo ante la curiosidad de las arterias
bailábamos un número impar
diecisiete veces.

Traspasábamos el umbral
de la cordura consciente
y siempre
dábamos vuelta al colchón
antes del cambio del cielo.
Dentro de nosotros,
el umbral deshecho y haraposo
nos bebía la desnudez
y yo
sólo un segundo
me escabullía de su adictivo traqueteo
en un viaje de ida y vuelta
al corazón de la locura
diecisiete veces.

Fue una dosis de delirio
testigo del diluvio de sentimientos
ingrávidos en lo oscuro
de todas las habitaciones
en las que conjuramos un sueño
abrazado al diecisiete
diecisiete veces.

Fuimos flotantes animales del tiempo.
A veces en secreto.

(Para M.)

2 comentarios:

  1. Perdonad por la ausencia, ha habido demasiadas turbulencias que me han mantenido alejada de este lugar. Prometo leeros con tiempo. Me he perdido mucha poesía este último mes.

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  2. Tengo ganas de leerlo y releerlo, pero ahora mismo prefiero atenderte en persona. ¡Amor!

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