(Fotografía de Christian Vogt : Red Series)
La sangre tiñó irremediablemente el aire, el musgo e incluso el empedrado de las nubes pareció volverse más cálido, más vivo, más árido. Rojo sangre. Rojo rosa. Entonces vimos nebulosas de fuego sobre el virar de los astros. Vimos el poder del rojo sobre el rocío del espanto.
Se me escurrieron las espinas de los dedos entre el asfalto y corrieron para subrayar el dolor y hacer pérfida la sangre, sucio el goteo, imprescindible el uso de la gasa. Antes había habido olor, tacto y necesidad de sentir algo, de recoger la belleza del apagado prado y suplicar la calma con un aullido de pánico.
Así despertaron las sirenas, atraídas por la primera violencia de la primera espina de una rosa sin padres, pero con abrazos a destiempo y mentiras sobre la movilidad de las plantas. Fue entonces cuando quebraron la opacidad de la madrugada con un llanto que hizo palidecer el vaivén de las olas sobre los ropajes de la playa, decorando con delicadeza el silencio tras la llamada de auxilio. Ellas lloraban por la sangre, pues sólo un ser mitad pez-mitad humano puede sanar con sus lágrimas de yodo el agujero de una piel (la mía) ajada por lo lúgubre de la perfección, por la imperturbabilidad de una noche sin alas pero con todas las heridas cerradas.
La primera vez que sangré como mujer fértil fue algo extraño. Sentí una mezcla de dolor, placer, angustia y felicidad. Un abrazo!
ResponderEliminarYo dije "mierda". Y eso que en aquella época no decía palabrotas, jajajajajajajajaja
EliminarQué hermosa forma de decir, querida, y siempre manteniendote tan tú. Me encantó hallar esas sirenas que sanan con lágrimas. Bicos a moreas!!
ResponderEliminarHa sido delicioso, esta vez no añadiré nada más...
ResponderEliminarBesos
Que bonito. Lo leí tres veces...
ResponderEliminarÚltimamente hay mucho poeta suelto pero buenos...pocos. De mis tres preferidos, tú eres una de ellos.
ResponderEliminarMe pierdo, me pierdo entre la locura de lo que escribes y me encanta, me encanta perderme.
ResponderEliminarBesos.
Produce un placer inmenso leer prosa en este blog. El poema se lee con el discurrir de un susurro. Pero reconozco que en tanta sensibilidad, en tanta puntería, en lo que se refleja casi un primer menstruar, me esperaba -y va en serio- la palabra compresa; no preguntes...
ResponderEliminarje je je.
Un abrazo.
Ambivalente y terriblemente decadente. ¡Genial!
ResponderEliminarQué extrañas relaciones de ideas me producen los textos, me he acordado de un estribillo de un grupo de los 80', los Joy Division, que cantaban algo así como: "tengo el espíritu, he perido la sensibilidad".
ResponderEliminar¿Se nos va a veces el sentido?
Saludos.
No creas, las heridas, nunca se cierran del todo...
ResponderEliminarSaludos!
Una sirena cuando sangra lo hace desde el más absoluto y desolador dolor.
ResponderEliminarSabe que está en peligro en la profundidad del mar.
No, sus heridas no se cierran nunca.
Hoy vi una empeñada en ser árbol, fue lo más doloroso de la década.
Besos
Ya quisiera tener mi propia sirena para curar las heridas, Hoy has escrito con una cadencia providencial y hermosa.
ResponderEliminarBesos
Cantan para atrapar, acarician para curar...quién es el que las condenará?
ResponderEliminarBárbaro! me ha encantado.
ResponderEliminarBesos hermosa!
Ay, las sirenas. Ya pensaba que eras una de ellas.
ResponderEliminarAbsolutamente maravilloso, querida E. Emocionas, sabes?
el título es maravilloso, la imagen para colgarla en la cabecera de mi cama y lo que has escrito es para besarte los pies muchacha.
ResponderEliminarque verdadero y bello el comentario de aina.
besos y abrazos inmensos.
Pienso igual que hiperión, las heridas nunca se cierran del todo.
ResponderEliminarSaludos cariñosos.
He menstruado con mis dedos la misma sangre con la que has hecho este texto. Y soy tan feliz.
ResponderEliminarBesos.
Ya está corregido lo de los pies de foto, jejejeje
ResponderEliminarYo la negué, con contundencia, no estaba dispuesta a oír ni una vez mas: ahora ya eres mujer.
ResponderEliminarYo la negué quise seguir siendo niña, me aterraba ese mundo de mujeres sangrantes.
Yo la negué y ella se hizo mas patente...y entonces lloré.
Al leerte he querido volver a negarla y ser niña.
Bellisima foto, espectacular el post
Yo siempre he confundido a Naomi Watts, pero no con Cate Blanchett, sino con Diana Krugger, de la cual he sido incapaz de distinguirla durante años.
ResponderEliminarHermoso.
ResponderEliminarTus textos siempre tan originales, y por eso me encanta leerlos varias veces, y algunas, me cuesta captar el mensaje.
ResponderEliminarUn besazo.
Qué total! ya solo el título me ha dejado con la boca abierta!..graciaaaas por semejantes emociones...
ResponderEliminar¿Te has dado cuenta de que has escrito tanta poesía que tu prosa se ha vuelto completamente lírica y musical?
ResponderEliminarhermoso texto. un beso
ResponderEliminarNo acabo de captar el texto...
ResponderEliminarEl título me parece increíble, el texto otro tanto de lo mismo.
ResponderEliminarLa contrariedad que planteas para cerrar el texto me resulta familiar.
Y recordé "El ruiseñor y la rosa" de Oscar Wilde. Que describía tan perfectamente ese traspaso de la sangre del pájaro hasta pintar de rojo seda los pétalos de la rosa.
ResponderEliminarNo me hagas caso, estoy de trasnoche, sin dormir y algo narcotizada...
Muchísimas gracias por haberte preocupado y haberme dado tu apoyo.
ResponderEliminarGracias a quien maneje los hilos ha hecho que volvamos a estar todos juntos.
Un beso inmenso.
Rojo, como punzante y bello.
ResponderEliminarSaludos
Nunca me han gustado las sirenas, de pequeña tenía pesadillas con ellas y las muñecas de porcelana. Pero tú sabes como hacer para mirarlas con otros ojos.
ResponderEliminarY la sangre, creo que empatizo tanto con el personaje de Dexter porque la sangre sí que me ha despertado curiosidad desde siempre. Tú lo mezclas todo y te queda un cóctel fantástico. Un beso.
Sabes lo que debes hacer para transmitirnos todas tus palabras, desde la sangre que se desliza, hasta las lágrimas que curan heridas.
ResponderEliminarLa sangre ha de seguir saliendo de nosotros para renacer de nuevo y que no nos contamine por dentro. Es la conclusión a la que he llegado con el paso del tiempo. Mientras sangremos estamos vivos. Ya que las heridas nunca se cierran del todo, aunque parezca que si, están dormidas.
Que la sangre brote de ellas haciéndonos crecer aunque nos duela. Nos hará más grandes y fuertes, aunque a veces tengamos dudas sobre nuestra fortaleza.
Un abrazo.
Muy buen texto
ResponderEliminarPor cierto soy Pérfida
Un saludo coleguita