(Ilustración de autor/a desconocido/a sacada de aquí)
Era un pájaro vulgar que dormía en las ventanas, que vigilaba las ventanas, que nos odiaba.
Éramos nosotros los que corríamos las cortinas, los que nos incendiábamos, los que aullábamos por los sentidos, los que asustábamos a los pájaros.
Éramos como los animales, éramos como las fobias, éramos como las alas de un ave herida por dentro.
Éramos inestables, y en las tardes sin retinas nos dedicábamos a observar los árboles y a saltar entre cristales. Nos dedicábamos a ser los pájaros que odiaban a los humanos.
Al leer tu magnífico relato pensé en Alfred Hitchcok. Me dio escalofrío.
ResponderEliminar¡¡Felicitaciones!!
ídem! lo iba a comentar pero pensé que sería muy cliché xd
EliminarEsas tardes de nihilismo entre plumas y bandadas son de lo más interesante. Las palabras de este texto pululan a mi alrededor y graznan con violencia. Me gusta mucho también la ilustración.
ResponderEliminarUn besazo!
Precioso Esther, maravilloso leer esto antes de comenzar nuestro mágico ritual :)
ResponderEliminarTu pájaro no es de este mundo, tu pájaro destroza las ventanas no para entrar, sino que para desaparecer entre las cortinas. Las de tus ojos.
ResponderEliminarBesos.
Qué giro circular. Los pájaros que odiábamos. Inestables, odiando y asustados por lo que nos aterrorriza. ¿Seres humanos? Me temo que tienes razón.
ResponderEliminarSaludos.
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Eliminarme gusta el ancla tatuada en el brazo del pájaro, he visto que la usa en muchas de sus ilustraciones. también me gusta esa botella vacia y el pitillo encendido. me gusta ser como los animales - joder eso me gusta mucho- seres primitivos, esa es la esencia, y también me gusta ser fobia y ave herida por dentro, bueno...me gusta toda esta entrada.
ResponderEliminarabrazos Esther.
Impresionante mini relato.
ResponderEliminarMe encanta .
Me tengo que pasar más a menudo, mil perdones .
Un abrazo grande .
Cuervos, Buitres...
ResponderEliminarY pocos humanos.
Besos.
Esos pájaros suelen acabar libres volando por el cielo despejado.
ResponderEliminarSi no aprenden, acaban estrellados contra los cristales que tanto odian.
Besos
Espectacular!
ResponderEliminarA veces dan ganas de odiar a ciertos humanos. A veces somos un poco como los pájaros. Vivir encerrados nos consume, y volar nos calma.
ResponderEliminarMetamorfosis a cámara lenta, sin trampa ni cartón, con fondo musical de pianista (yo diría que suena Ravel).
ResponderEliminarEsa es la lúcida hora del día...
ResponderEliminarSer pájaro, formar parte del vuelo...
ResponderEliminarUn beso.
Cuando un pájaro emprende el vuelo, únicamente otra ave lo puede derribar, para comérselo. Cuando un humano se convierte en el pájaro que odia, su vuelo está condenado a los infiernos. A los infiernos de su propia amargura. Y pensar que hay muchos pájaros que vuelan y desde algún punto en sus piruetas nos odia, y pensar que las acciones de ellos nos convierten en pájaros que odian.
ResponderEliminarUn poema magnifico. Corto y muy profundo. Encierra la realidad de la jungla de concreto.
Un abrazo.
Éramos y somos... como me gustan las fuerzas de tus palabras.. besos bella!
ResponderEliminarcuántos pájaros hay por ahí. Unos odian a lso humanos y otros se aprovechan de ellos....
ResponderEliminarBesos.
Guau! Me encanto! Asi somos.
ResponderEliminarun abraxo!
Nosotros somos el miedo de todos los animales. Algún día ellos serán todo nuestro miedo. Me gustó mucho la imagen, es un genial colofón para tu texto. Besos(pío pío)
ResponderEliminarQuiero escribir como tú, mira que me gustas!!
ResponderEliminarbesote
Miette
yo adoro a los pájaros y detesto a los humanos. este texto me pareció muy apropiado. aplausos!
ResponderEliminarun beso. o dos.
Ya estás anotada en la lista de participantes de la iniciativa de relatos de mañana a las diez de la noche.
ResponderEliminarMil gracias por participar mañana en tu blog.
Un besazo.
Nos haría falta ser más animales más a menudo. Ser esas alas, ser ese impulso.
ResponderEliminarDesde hace dos semanas tengo ortinofobia. O mejor dicho, cuervofobia (o como se diga). Al llegar a casa del trabajo me encontré toda la cocina revuelta y me llevé un susto pensando que había entrado alguien, pero me asusté más aún cuando empezó a revolotear un cuervo negro como la noche que se había colado y que se subió a las estanterías desde las que abría el pico sin emitir sonido alguno y me miraba desafiante. Desde ese día los pájaros son unos de mis mayores enemigos. Justo después de David Bisbal y Jorge Sanz.
ResponderEliminarCiao
Obviamente no sería yo, si no metiera algún gambazo al escribir. Donde dice ortinofobia debería decir ornitofobia. Aunque si no existe esa palabra, la pantento aquí y ahora, eres testigo. Ya le buscaré un significado.
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