(Ilustración de Le Souffle blanc [absentéiste : La propension à. l’incertitude)
Los muros de la memoria
no se angustian con la edad
-es por la mujer-,
-es por la mujer-,
no se pudren al teñirlos de eternidades
-es por los ojos-,
-es por los ojos-,
no huelen,
no saben,
no se mueven
-es por lo gris-
-es por lo gris-
y es seguro
que la sal de las lágrimas,
que los ácidos de los estómagos,
que los temblores de las manos
que la sal de las lágrimas,
que los ácidos de los estómagos,
que los temblores de las manos
-obligándonos a olvidar-,
removerán su interior
removerán su interior
y creeremos ver paredes blancas de infartos,
superficies vacías de dolor,
pero éste sólo se habrá escondido
en la bañera
de la mujer de ojos grises
y no podremos ahogarlo
sin dejar de respirar
hasta
el final,
hasta
que adelgacen las paredes
y no seamos más que
patéticos
patéticos
cuerpos
laminados.
laminados.
***
[La mujer de ojos grises parpadea en las ausencias,
¿lo sabíais?,
y quizás podamos,
quizás debamos,
desteñirle las pupilas,
arrebatarle nuestro dolor
y aniquilarnos sin más;
quizás...].
Echaba de menos pasarme por aquí y deleitarme con uno de tus escritos. Absolutamente genial.
ResponderEliminarLos muros de la memoria suelen ser pétreos y tan eternos como lo es la memoria, fugaz en este soplo vital que sin llegar a tener del todo los ojos grises, acaba difuminándose en añil.
ResponderEliminarBesos y abrazos, Amanecer, que no somos aún cuerpos laminados ;)
Por algún lado se cuela, algún resquicio, el veneno de la memoria, o el dulce zumo. En la mano, en el pecho, o en el sexo, retumba la memoria...
ResponderEliminarUn abrazo.
Esto es una maravilla.
ResponderEliminarTe atreves a mirar a los ojos de la mujer para lanzarnos a la cara nada más que verdades.
Besos
Esther, vi pasar una figura, puede haber sido un lobo, pero no lo sé, venía pasando un coche con los faros encendidos y me pareció ver algo, pero lo dudo, puede haber sido el aura de este inmenso poema tuyo.
ResponderEliminarBs.
Por el amor de un dios, E... No sé si te has percatado (por aquello de que a veces la hoja que dibuja genial tu mano podría impedir ver el bosque de las trivialidades ajenas), pero estos versos son la historia de un corazón, desde su primer y tibio latido hasta el clímax insobornable de la entrega absoluta.
ResponderEliminarTe haces mayor (te lo digo en el mejor y más amoroso de los sentidos).
Nada puede lavar los muros de la memoria, ni el tiempo siquiera. Ser ciegos o escondernos es la única naturaleza que nos queda o que nos fue heredada. Verás, pronto y seguido de nada algo nos aniquilará pero ya no habrá dolor.
ResponderEliminarBesos
Yo de memoria podría hablar largo y tendido, de edad, ya ni te cuento pero tú, tan joven, lo has dicho todo muy bien, lo que me extraña y jode a partes iguales.
ResponderEliminarLa memoria no es una compañera digna de confianza, no siempre.
ResponderEliminarMuy bueno y como siempre, una ilustración perfecta.
Hola :D
Qué bonito!!
ResponderEliminarM.
la memoria no tiene muros
ResponderEliminar[o nos amuralla]
beso*
Echaba de menos tus escritos, tan únicos!
Eliminarun abraXo!
La memoria es el recuerdo de nuestro pasado.
ResponderEliminarUn beso.
mis pupilas no son grises, sino muy oscuras pero: suelen llorar ausencia (incluso con sangre)
ResponderEliminarme encantó el poema.
un beso. o dos.
Este poema está escrito con tu estilo personal y contemporáneo, y a la vez tiene algo de universal y atemporal. Fantástica conjunción. Bico(qué bueno tenerte de vuelta!)
ResponderEliminarTan cruda y reflexiva como siempre...
ResponderEliminarY qué miedo tan grande, ser sin serlo siquiera en ti mismo... Qué triste olvidar y qué esclavo la memoria...
Explosiones varias, esos corchetes del final.
Besos, morena.
Todos tenemos una mujer de ojos grises, que ya no nos puede ver pero con el corazón nos siente.
ResponderEliminarEste gris no es solo el color de unos ojos, es el gris que se refleja en todos los ojos de las mujeres. Todas tenemos ese gris que al arrebatarles el dolor quizás vuelvan a su color original.
ResponderEliminarBrillante poema.
PD. Estoy volviendo querida amiga, me encantó pasar por tu espacio.
Besos.
Morado. Tú ya me entiendes.
ResponderEliminarSiempre me gusta el léxico que escoges con tanto mimo. Pero el ritmo, hacia el final, se me ha atragantado un poco.
(Siento no ser tan agradable como tus otros visitantes, así que te dejo un abrazo de Marïe, que está escondida bajo este nick tan serio)
Je t'embrasse
"La música es mujer" Dijo Wagner a lo que Nietzsche respondió "Una mujer de dudosa reputación". Has hecho de este dialogo poesía o a esto me has recordado. Besos bello amanecer!!!
ResponderEliminartu poesía es antiestéril, no te agotas ni te secas. no hay tormenta que te arranque de la reflexión y un día te va a estallar la cabeza. por madura.
ResponderEliminargran poema Esther, muy bueno.
besos.
Llevo rato buscando la definición exacta, pero ando espesa y dispersa últimamente... así que solo puedo decirte: Soberbio! :D
ResponderEliminarBesos hermosa!
Me ha gustado. Que nos obliguen a olvidar a veces puede ser hasta una bendición, pero espero que no llegue ese día. :-)
ResponderEliminaratlantis2050.blogspot.com
Los muros, por lo general, me dan miedo. La memoria, a veces, también. Saludos.
ResponderEliminarSiempre tengo que leerte dos o tres veces para saber qué decirte... porque todo me parece poco comparado con lo que ya has plasmado aquí.
ResponderEliminarQuienes se angustian con la edad y con la memoria somos nosotros, que no somos nadie sin ella...