
Perderse en la inmensidad da mucho miedo. Miedo a que sea para siempre. Miedo a diluirse y transformarse en quién no quieres ser. Miedo a olvidarte de ti mismo y a caer en una espiral de desconocimiento y pérdida de consciencia.
Otros más fuertes que tú pueden atacarte cuándo menos te lo esperes, y es muy posible que te devoren despiezándote con sus grandes garras. Sabes que si llega la inmensidad no te quedará otra que huir, que correr en busca de tu salvación. Tendrás que buscar unos brazos que inspiren la suficiente confianza como para dejarte caer en ellos y pensar que puedan salvarte. Precisamente es eso lo que buscamos toda nuestra vida. Buscamos esos brazos en los que apoyarnos en cuanto sintamos que la oscuridad nos atenaza y que nos hundimos en el fango. Los buscamos antes de la llegada de la inmensidad, para prevenir nuestra posible desaparición.
Ahora mira a tu alrededor y trata de encontrarlos. Es mucho más difícil de lo que parece, pero no imposible. No te retires antes de tiempo. No decaigas sin haber explorado bien tu alrededor. Puede que en un futuro sea cuestión de supervivencia, quién sabe.
Otros más fuertes que tú pueden atacarte cuándo menos te lo esperes, y es muy posible que te devoren despiezándote con sus grandes garras. Sabes que si llega la inmensidad no te quedará otra que huir, que correr en busca de tu salvación. Tendrás que buscar unos brazos que inspiren la suficiente confianza como para dejarte caer en ellos y pensar que puedan salvarte. Precisamente es eso lo que buscamos toda nuestra vida. Buscamos esos brazos en los que apoyarnos en cuanto sintamos que la oscuridad nos atenaza y que nos hundimos en el fango. Los buscamos antes de la llegada de la inmensidad, para prevenir nuestra posible desaparición.
Ahora mira a tu alrededor y trata de encontrarlos. Es mucho más difícil de lo que parece, pero no imposible. No te retires antes de tiempo. No decaigas sin haber explorado bien tu alrededor. Puede que en un futuro sea cuestión de supervivencia, quién sabe.