jueves, 21 de febrero de 2013

Proyecto cinematográfico desorbitado.

(Cartel de Hencze Tamás : Objekt)

Y como no sólo de poemas se vive y vivo yo, hace unas semanas me propuse hacer un reto con vistas a los 365 días (entonces) restantes. Partiendo de una iniciativa bastante popular en tumblr, me hice una nueva cuenta y dije sí a ver 365 películas en esos 365 días.

Os dejo el enlace que seguro muchos ya conoceréis, donde de momento llevo criticadas-comentadas 48 películas. Enjoy!

http://365filmsbyauroranocte.tumblr.com/


La fotografía es verdad. Y el cine es verdad 24 veces por segundo.
Jean Luc Goddard.

lunes, 18 de febrero de 2013

Bella muerte sana.

(Ilustración de solera : El Anticristo)

Morir sano
dentro de un banco de blanca niebla
naciendo fulguroso
de entre los astros.
Es la primera vez
los tocas
con el ojo en la mano
y sobreviene lo rojo,
mientras,
el párpado
vira
en tu inocente corazón
de ritmos equidistantes.

Dices:
boca de pájaro
metáfora del espanto.
Panero dice:
y la única belleza es la belleza del desastre.

(belleza en la boca
en la magia repentina
de la muerte
muerte sana
muerte disfrazada)

Y yo digo:
recuerdo
tu pecho abierto
atravesado
y las membranas de sangre
sobre la almohada
gritando;
recuerdo
que nunca podrás ser de nuevo
tanta perfección
llamada desastre.

jueves, 14 de febrero de 2013

El núcleo patológico de mí misma.

(Ilustración de Balint Zsako)

El núcleo de la patología
o los alfileres acurrucados
en la caverna de las plantas
o el ojo de un ciego
que ha visto orugas desde el nacimiento
son objetos intocables.
Lo intocable
es de por sí inenarrable:
fan del quiebro
cuando alguien escupe
y fecunda las palabras
fuera del núcleo
fuera de la planta
fuera de los insectos.

Y entonces sueño esa vida lejos del núcleo
tan prometida
como letal y prohibida
por mis propios habitantes.
Acaricio la idea
en algún lado de la noche,
-quizás el reverso
quizás el verso infartado
y sin etiqueta-
y la dependencia hacia lo extraño (de mí misma),
y me agazapo en el callejón de la vida
esperando a que me nombren
en la frecuencia del amor en la garganta
y no en la del desconocimiento del núcleo.