martes, 28 de febrero de 2012

Remiendos, punzadas y zurcidos: descosidos.

(Collage de Jeneleen Floyd : Bird of paradise 1)

Descoserse
en las filigranas del hombre mudo
que habita el habitáculo rojo cada noctámbulo segundo,
despojándose de sus bienes
para escribir micro-relatos
sin voz ni pestañas,
permitiendo que le desintegre la soledad sonora
se le inmiscuya en las vértebras,
le acaricie la espina dorsal
y le sonría entre escalofríos.

Remiendos, punzadas y zurcidos
que fluyen como el agua helada
en la camino de la piel de un transeúnte cualquiera,
que se pasea sin trayecto, sin lamento,
sin nada que decir.
Mientras, el aire corta las miradas,
las desmiembra y las posa en el suelo con descaro,
simulando una podredumbre anunciada.

Y los intolerantes a la lactosa vagan sin rumbo,
en busca de la mercería perdida,
del dedal autoinducido
y del despertar del ensueño comunitario.
Es la bruja del páramo quien tiene las claves,
están posadas en alguna hoja de algún libro
de alguna de sus mazmorras transformistas,
donde cada tejido imaginado se torna en la piel no mudada
el día siguiente a la muerte de la carne.

domingo, 26 de febrero de 2012

Que no te hipnotice el aleteo de la libélula.

(Collage de Allison Diaz)

El sonido de tu piel,
y el olor a pasos rotos:
antecedentes físicos del holocausto mental aparente.
Duelen las pupilas,
sólo el iris se salva de derretirse en trozos,
esbozos
del cambio del viento,
de la fuerza del ancla enviada por la inmensidad
y del descenso de la madrugada en el albor de nuestras almas.
Estamos próximos al giro argumental
en las aceras del inframundo post-apocalíptico
donde postergo mi estancia (en este multiverso envenenado pero cálido.
Cálido pero envenenado.)
Nos condenó la multitud,
ellos nos pusieron las cadenas,
las condenas,
las cremalleras en los ojos
y el pegamento extra-fuerte en los ventrículos.
Ahora he eclosionado
por vez primera y única,
y me obligan a permanecer ahí sentada,
extasiada, obnubilada,
sumida en la percepción de las alas de libélula
que los de efectos especiales han creado
para evitar mi entrada en el desconocimiento material del inmaterial futuro
que me/nos espera si salimos de aquí antes del comienzo de la toma.


Faltan 20 segundos.

viernes, 24 de febrero de 2012

Devolvedle por favor al surfista el corazón.

(Ilustración de Meryl Donoghue : Guilt is a Terrible Ghost)

Devolvedle por favor al surfista el corazón.
Devolvedle por favor al surfista el corazón.

Robadme a mí las pelucas de fiesta, el castillo ambulante o la oscuridad de la mirada. Dejadme las alas que no estrenado, el bálsamo que no he creado, la bombilla del abismo y la inconsciencia prohibida en mi infancia.

Debo sanarme en el siguiente cambio de nivel, alcanzar la granada no explosiva de tu vagabunda imaginación y hacer equilibrismos con la vida. Casualmente es mi última oportunidad, las almohadas ya no brillan y los sapos deliran con flequillos, pero no puedo quedarme aquí toda la eternidad, si no el Polo Norte helará mi corazón, me quitará las impurezas y seré un robot capaz de fingir lo que me separa la normalidad, de odiar la singularidad y de alimentarse del etílico brebaje de la bañera de los vecinos.

(Texto escrito mientras escuchaba a Manos de Topo.
Gracias por inspirarme).

martes, 21 de febrero de 2012

El gorrión del estómago y las voces.

(Fotografía de Samantha Rehark : Rainbow Pyramid Series)

El gorrión del estómago no se detiene en sus cánticos, los cuales están a medio camino entre un alarido de dolor y el orgasmo de un naúfrago. Él sólo busca bañarse en el viento mientras vislumbra apasionantes parajes a kilómetros de distancia, con la intención de probar algunos de ellos; y tras encontrar el que culmine sus expectativas, poder saborearlo, paladearlo y tragarlo lentamente, y por qué no, también echar unas inestables raíces en su terreno, ante los atónitos plumajes de los extranjeros.

El problema es que los fluídos gástricos han deteriorado salvajemente sus alas, y sin acudir a un curandero será misión imposible convertirse en el protagonista del viaje de sus sueños de adultez. Una alternativa es robar el libro oculto en el cerebro del parásito que habita, el cual se titula: "Nuevos métodos de transporte para gorriones ansiosos de desahucio".

Tras arañar paredes varias y rozar temeroso el ventrículo derecho, alcanza su objetivo. Devora las casi 200 páginas en un par de días y se construye unas alas supletorias con láminas de hipotálamo, escapando por un orificio superior, por cualquiera de ellos. No le importan los daños materiales que deja tras de sí, ni tampoco le interesan las acusaciones de egoísmo, simplemente desea fundirse en el resplandor del cohete amarillo que gobierna el cielo todas las mañanas, porque las voces de su cabeza le han dicho que ahora tiene teletransportadores en oferta...

lunes, 20 de febrero de 2012

El decrépito gemido.

(Ilustración de Anna Taut : June eighteenth)

Corre la tinta.
Pasa la vida.
Un tren tras otro
esclavizados a sus posesivas vías.
Yo con los ojos cerrados,
apretando bien los párpados
en el negro fulgurante,
deslumbrante
y vacío,
dolorosamente vacío.

Recuerdo lo que podía haber sido,
lo que no fue.
Otra existencia,
otro cuerpo,
otra mente,
otro yo.
No ser yo.

Sueño con transformaciones
como el ideal de mi existencia,
como el imposible
que rehúye del abismo
para reunirse con la despersonalización
que yace escondida en las esquinas enmohecidas
por el paso del tiempo.
Porque imaginar es gratis,
y la reencarnación tan aparentemente irresistible
que me niego a abandonarla
como a los pensamientos gastados.
Me niego a creer en la existencia del ocaso del alma
y que tras su aterrizaje
sólo nos quede sofocar los gritos,
olvidar el infinito
y tendernos dóciles
a la espera del sonido final.
Del decrépito gemido.

domingo, 19 de febrero de 2012

Amnesia global transitoria.

(Ilustración de Egon Schiele : Forwards Bent Female Nude)

Al arrancarse las uñas,
no salen alas,
sólo ilusiones rotas
y piel descarnada.

Al arrancarse los ojos,
se inicia la invasión de las post-imágenes permeables
que toman el control de los crujidos del alma
y roban a los ciegos del parque.

Y al huir en la madrugada,
rodeada de cristales rotos y
sumida en la abrumadora soledad,
sin ver ni sentir nada;
gritas eufórica, liberada, desatada,
despellejada e inmunizada.

Tras el despertar de la automutilación,
corres a llenarte de ungüentos
y en busca de la mágica cirugía
para ahogar con furia los desgarros.

Aquí no ha pasado nada.
Amnesia global transitoria.

viernes, 17 de febrero de 2012

La piedra 7.534.892.004.

(Fotografía de Tono Stano)

Yacía en el tercer escalón de una añeja escalera situada más allá del fin de toda construcción habitable. Lluvia de estrellas. Siete cervezas. Unas diez caladas. Plenitud emocional momentánea. 27ºC.

Florecía una estela en el lado más oscuro del cielo en el momento justo en el que se comenzaba a desprender una piedra de la pared que le proporcionaba una sombra invisible a la madrugada. Una piedra bastante pesada, aunque no lo suficiente como para que no se permitiera dar unos cuantos giros en el aire, más que nada para recordar su reciente vida pasada, su sonriente infancia, su truculenta mediana edad y su demencial senectud. Más que nada para gozar de un triste segundo de algo no material, perceptible, sólo susceptible de compartirse mediante la más frenética empatía.

Mientras la piedra se afanaba en rememorar su vida de piedra, ella la observaba hipnotizada a unos tres metros de distancia, gracias al chasquido y al silencio (ahora terrorífico) de esa noche de verano. La que creía su noche y cuyo cénit parecía que estaba llegando, aunque de una manera radicalmente opuesta a todas las que había imaginado en el interminable mes precedente.

Sus neuronas trabajaban furiosamente, con los ojos inyectados en sangre. La piedra, la 7.534.892.004 creada en esa ciudad, iba directa a su yugular, justo a su diabólica sección, y ella no hacía otra cosa que examinarla embobada, en una especie de cámara lenta que caminaba abrazada a un sentido del tacto elevado a su máxima expresión.

Tras los acontecimientos, todo sería muy borroso. A ella sólo le quedan recuerdos de luces, de respiraciones agitadas, de gritos silenciados y de dolor, mucho dolor. Pero no de dolor físico, no, sino de uno de esos que te avivan el corazón, te rocían de gasolina y te prenden fuego a plazos. Unos plazos cortos e intensos, pero al menos perecederos, siendo "ésa" la única palabra que su mente fabricaba ansiosamente, en un intento de indicarle que la agonía tenía un fin palpable fácilmente alcanzable si se estiraba un poco en la camilla, se ponía de puntillas con los talones y se impulsaba desde muy adentro, exhalando una penúltima vez.

“Murió entre convulsiones tras un intento de suicidio muy bien planificado” -rezaba el informe policial-. Once palabras que se le habían metido en su interior sin permiso alguno, y que habitaban sus oídos entre constantes y enloquecedores pitidos. Por ellas estaba ahora en este limbo y no buscando otro cuerpo, apostando, eligiendo y probándoselo cuan guante. NO. Por ellas llevaba aquí ya nueve meses, aunque no era nada comparado con la inmortalidad que le restaba, el estúpido infinito. Aunque al menos en este submundo había alguien que le hacía dejar de echar tanto de menos e imaginar una plausible felicidad no alucinada por las pastillas. Al menos así tenía algo que agradecerle a la piedra y al sarcástico y tradicional baile de su familia de cada mes de agosto.

(El limbo para los suicidas está inspirado en la película Wristcutters)

miércoles, 15 de febrero de 2012

Con la colaboración especial de Burroughs.

(Collage de Ashkar Honarvar dentro del proyecto My flesh)

Atormentada y tambaleante, sumida hasta la médula en los perfúmenes ajenos sin hallar el que resalta, el que la convierte en toda y en una. El suyo propio.

Balanceándose entre palabras, gestos y desprecios que pasan sin erizarle vello alguno, sin acelerarle el pulso. Convenciones sociales que la des-socializan, que le hacen enfrascarse en sus rituales autoaplicados y menospreciar los comunes. Roces en los que participa para facilitar el tránsito y fingir una humanidad ya perdida, enterrada e irresucitable.

Bañada por las aguas termales del caos existencial, pálida en la parálisis atenazante que perfora sus miembros gracias a la catarsis incipiente de la ira. Sólo anhela que la degustación de Burroughs la saque del defectuoso ensimismamiento y la empuje a adentrarse en las casi irresistibles fauces del abismo
(in)consciente,
(in)saciable,
(in)quebrantable.

martes, 14 de febrero de 2012

Cápsula 728. Mundo 96B.

(Fotografía de una servidora tomada en el Planetario de Madrid por Miguel-E)

Los más bajos instintos
empañados por tequilas
y caza-luciérnagas embotellados.

Remezclas de recuerdos
retumbando en la quinta mesa
del bar “La esencia”.

Idas y vueltas entre los desprópositos
que acompañan a la recién descubierta confusión
del alma de tu izquierda.

Legañas en los ojos,
lagunas en el cerebro
y restos de pintura negra en la almohada.

La ciudad está desierta mientras desaparece la luna,
y tú no sabes ni la hora, ni el día, ni el mes
en el que te encuentras de pie en ese momento.

Es lo que tiene vivir en la cápsula,
que sueñas desde un refugio, sonríes con pastillas
y te acuerdas sólo de lo positivo.

lunes, 13 de febrero de 2012

Aventura gráfica.

Corazones alados y fuego entre las piernas,
pálpitos paranormales acompañados de coagulación cercenada.
Te disparan el émbolo y la adrenalina se te subleva del mapa.

Entre sollozos subes de nivel, estás a punto de terminar la aventura gráfica.
Ahora tocan alucinaciones gulliverianas y dejar de ver tu reflejo,
toca reconcomerse entre los píxeles y desdibujarse en el vacío de las sombras.

Sólo queda un último esfuerzo,
una última puerta,
una última encomendación al azar.
El único inconveniente es que el videojuego se ha tornado tangible, real, palpable,
mientras se bañaba en una sucio bidón,
rodeado de cartones de vino y mugre olvidada;
y la única consecuencia es que no puedes escapar de él.

(Collage basado en Adolescence de Gerald Brockhurst)

Y sólo te dedicas a jurar y perjurar que esto es un simple terror nocturno de tu mente intoxicada, continuando así con la venta tu alma a cambio de la nada en cada esquina que encuentras, soñando con emular algo semejante a un billete de regreso. Con cambiar milagrosamente a otra pantalla, a otro cuerpo y a otra alma menos oxidada.

sábado, 11 de febrero de 2012

Retazos intempestivos de conciencia I.

(Imagen de Sigurðurs Fratzen)

Los brazos
coagulando jirones de etanol
al unplugged
de las lágrimas de pulpo.

El cefalópodo
escondido y ebrio de Romilar
en el mundo subterráneo,
en la claraboya opaca
del subsuelo de los terrenos caóticos de Marte.

Marte,
autoproclamado Dios de la Guerra,
y además progenitor
de Fobos y Deimos.




Y el sufragio de las supernovas controlando, dirigiendo, explosionando.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Viaje al 2043.

(Fotografía de Brittany Markert)

En el recuento de tus vértebras nos congelamos, y el trasiego de las mariposas de tu estómago nos extasió de hombros para abajo. Infinitas eran las ondas que pululaban por nuestra capa de ozono, al igual que infinito era el asombro que yacía en el adorno de tu piel recién eclosionada.

Era tal el cúmulo de circunstancias que construirte unas alas humanas fue tu primera ocurrencia. Me ataste de pies y manos mientras realizabas la demencial danza protagonista de tus rituales, aquéllos de los que planean desahuciarte. Yo permanecía hipnotizado, observando tus gráciles movimientos y deseando que fundiéramos nuestros desdichados cuerpos; anhelando tu tropiezo, tu despiste, tu ruptura con el ambiente para así desvivirme en el dominio de las artes amatorias.

No cesabas en tu empeño pese a seguir colocada, y ahora lo que tocaba era jugar sigilosamente con el juego de cuchillos, tratando de quebrar mi respiración e intentando que mi último aliento se exhalase sin ayuda. Mientras, yo era recorrido por un desfile de escalofríos que pasaban de puntillas, para que no pudieras oírlos. Por primera vez sentía miedo en mi recompuesta piel de gallina, tal vez por ser conocedor del total transcurso de los acontecimientos.

Y es que lo que empezó siendo un juego había evolucionado disfrazándose de venganza. De venganza porque no has tardado en recordar mi voz y desear estrangularla. Porque sabes quién soy, lo que soy y en qué acostumbro a transformarme. Porque robar un viaje al 2043 tiene sus consecuencias; véase memorizar todos y cada uno los errores de la vida que te falta por gastar. Y sin duda, yo soy uno de ellos.

martes, 7 de febrero de 2012

Traumatismo.

Un instante. Guantes de colores. Déjà vu. Colisión. Improvisación. Traumatismo craneoencefálico, así con todas las letras. No hay vuelta atrás.
Lágrimas. Shock post-traumático. La desazón les inunda entre el balanceo de los chirriantes asientos de metal.

(Imagen de Tomasz Malka)

Vacíos de sentimientos pero repletos de relleno de sofás, de sonetos sin estrofas, de manoplas sin pareja. Gritos en off, sin B.S.O. por falta de presupuesto. Ralentizados cuan parásito, cuan amanecer subterráneo. Necesitados de fuerza afectiva mientras no cesan en el empeño de desprender recuerdos por cada poro, cada agujero, cada rincón del qué dirán. Apurados por recoger las ilusiones derramadas en la calzada con la esperanza de una exhaustiva recomposición ya pagada. De un eterno retorno con borrado teledirigido. De la incoherente ilegalidad autoimpuesta al uso de guantes de colores. Tan sólo guiados por el pensamiento mágico, los viajes en el tiempo y las ruidosas jaquecas de Nietzsche.

domingo, 5 de febrero de 2012

Breve estancia en el Mundo Feliz.

(Klaus Schulze : Live Album)

He involucionado hasta rozar el lado oblicuo de la felicidad, ése ensombrecido por el pudor del omóplato de tu espalda. Ése al que nunca recurrí debido al miedo a resbalarme por su suelo helado y permanecer siempre allí, anestesiada, y sin ningún sobresalto más en el corazón; viviendo en el culmen de la alegría patológica, en el mundo feliz de Huxley. Pero una simple caricia suya ha servido para saciarme, y también para obligarme a iniciar el camino de regreso, esperando que me diera tiempo a llegar antes del comienzo de la momentánea dependencia que solía crear en mí cuando lo visitaba en sueños.
El estratosférico miedo me hacía triplicar mi velocidad habitual, sólo pensando en regresar cuanto antes al mundo “real”. Real entre comillas, porque no es imposible darse cuenta de que lo llamamos así por una inconsciente metáfora colectiva, que nos hace superar lo que Jung creía que compartíamos los humanos, alcanzando el extremo infinito de la inocencia y estupidez que mi mente alcanza a comprender.

viernes, 3 de febrero de 2012

Areolas hiperestesiadas.

(Ilustración de Natacha Ivanova)

Las areolas del recuerdo
del instante vólatilmente perdurable
creado tras beber el éxtasis de su piel
y ascender al octavo gemido de su alma.

jueves, 2 de febrero de 2012

Reina el caos.

(Imagen de Anticristo de Lars Von Trier)

-Algebraico. Algebraico y desestructurado es el caos que reina en tu mente. Languideces y me arrastras contigo a los más incestuosos infiernos, donde todo parece colisionar justo en el momento de mi llegada.

-TÚ me violas la mente, el alma y me devoras por dentro. Sueñas cada noche con ello entre sudores, convulsiones y confusos balbuceos. ¿Quién es el malo ahora? ¿A quién dominan la naturaleza y sus más bajos instintos?

-Te equivocas. Estás culpándome a mí debido a tu estúpido delirio, ése que has diseñado para que no te abandone nunca, para que no te quiera nunca. Así que ahora dame esa llave inglesa y ayúdame a liberarme de tu recuerdo. Ayúdame a olvidarme de que esto ocurrió alguna vez y corre al desván, a refugiarte con las mujeres sin cara, aquéllas que enterraron la (des)unión artificial de nuestras almas para siempre. Para nunca.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Poltergeist.

(Imagen de Ashkan Honarvar : Children)

Sé delicado, no me quiebres.
Rómpete lejos de mí, que no me alcancen los fragmentos.
No me roces, no te acerques.

No me escuches, no soy yo quién habla.
La voz procede de una cinta de autoayuda.
La grabé en otro espacio y otro tiempo por si la necesitaba en éstos.

La ha puesto el poltergeist.
Está enganchado a los sobresaltos y a perecer al día siguiente.
La labilidad afectiva es su pasión, pues se alimenta de la energía que desperdiciamos en expresiones faciales.

¿No te aterra esa sensación de presencia, su sensación de presencia?
¿No te perfora los poros con sus patéticos nervios?